lunes, 4 de octubre de 2010

Leyendas charrúas: Hoy Jose Nasazzi


José Nasazzi fue el mejor defensor de la historia de la celeste y uno de los más grandes, en su posición,  a nivel mundial.

Nasazzi fue capitán del seleccionado charrúa desde 1923 a 1936. Fue campeón en el Mundial 1930 y en las olimpiadas de 1924 y 1928. Además obtuvo la Copa América en 1923, 1924, 1926 y 1935.

Tan eterno era en el puesto de zaguero derecho que, para el Mundial 1930, en Uruguay no hubo suplente para él.

Era apodado “El mariscal” por su vocación de capitán. Nadie dudaba de que él era el jefe de la selección uruguaya. Imponía respeto y provocaba admiración en sus compañeros. Además empapaba al equipo de una  insaciable mentalidad ganadora.

Nasazzi nació en el barrio Bella Vista y fue emblema del club del mismo nombre. Lo llamaban “el terrible”, por la fuerza que tenía desde que era botija. Empezó su carrera jugando para el, ya extinto, club atlético Lito. Hasta que en 1922, pudo defender los colores de su querido Bella Vista.En 1931 los papales bautizaron a su estadio "Jose Nasazzi", en honor a su figura más emblemática.

Cuando el profesionalismo calzó sus garras sobre el fútbol uruguayo Nasazzi pasó a Nacional y abandonó  su querido club. La tristeza se apoderó de Bella Vista, que acababa de perder a su hijo pródigo.

Las proezas del Uruguay capitaneado por Nasazzi, dieron a conocer al mundo la gran riqueza que albergaba el fútbol rioplatense.

Su logro más importante, sin duda, fue la obtención del Mundial 1930, disputado en Uruguay. De la mano de su capitán la celeste realizó un gran torneo, en el que paso por arriba a todos los equipos.

En el partido definitorio la selección charrúa se enfrentaba a su par de Argentina, a la cual ya había vencido en la final de los juegos olímpicos de 1928.

El partido se presentó complicado y, tras la finalización del primer tiempo, el resultado estaba 2-1en favor de Argentina. 

Sin embargo la selección uruguaya estaba decidida a llenar de gloria el centenario. Nassazi tenía entre sus sienes el objetivo más preciado: Marcar a fuego sus huellas digitales en la Jules Rimet.

La celeste jugó un segundo tiempo formidable, señalo tres goles  y dio vuelta el tanteador. Fue 4 a 2 para Uruguay. La copa se quedó en casa y fue el principio de una mística historia mundialista.

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